jueves, 11 de noviembre de 2010

UN GOBIERNO SOCIALISTA ENEMIGO DE LA CLASE OBRERA


Se ha dicho que la clase obrera fue, es y será por siempre, el motor de arranque de las revoluciones en el mundo. No se concibe ningún movimiento revolucionario sin clase obrera; por lo menos, eso era lo que decían los marxistas, después los leninistas y luego, todo el alto perraje de las internacionales socialistas – ¡¡ Proletarios de todos los países, uníos!! – fue la consigna durante mucho tiempo.
Pero en Venezuela las cosas no son así, sino al revés. Un gobierno que se autoproclama “revolucionario”,  “socialista” y defensor de la clase trabajadora, viene desarrollando desde hace algún tiempo, actividades que pueden ser clasificadas de antiobreras. La primera acción en contra de la masa laboral, fue  tratar de infiltrar en la principal central sindical del país a uno de sus fieles seguidores y enemigo de la clase obrera, como candidato a la Secretaría General de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV). Desde luego,  el fracaso fue rotundo, y el negrito perdió por paliza. Este mismo sujeto, aboga por la abolición de las gobernaciones y alcaldías, lo que traerá como consecuencia el despido de miles de trabajadores, que de manera directa o indirecta,  devengan sus sustentos de dichos entes gubernamentales.
Los principales ministros de su majestad el teniente coronel que reina en el país, no desean progreso para la clase obrera, no quieren que salgan de la pobreza. - ¡Ni clase obrera progresista, ni clase media ¡ - Dijo un anciano ministro en una reunión, -  Es necesario que tengamos muchos pobres…. Sin pobres no hay revolución – le oyó decir un ministro de petróleos, asistente a dicha reunión, hoy en las filas de la disidencia, quien se encargó, tiempo después,  desenmascarar al “ilustre” revolucionario
Venezuela es el país de las cosas absurdas. La Constitución Nacional establece que el gobierno debe ser democrático y participativo; pero el dictador, ha establecido un gobierno socialista y revolucionario, que no aparece por ninguna parte del texto constitucional, en flagrante violación a la Carta Magna – Por menos de eso,  rasparon a Manuel Zelaya de Honduras -   … y el colmo de los colmos…, con su cara muy lavada, se presentó ante una sesión de la Asamblea Nacional, declarándose “Marxista”. Un marxista raro, porque no defiende a los trabajadores, y en vez de ayudar a crear fuentes de trabajo, las destruye con su aberrante política de expropiaciones y confiscaciones de haciendas, terrenos, fábricas, comercio, y ahora le ha dado por intervenir en la industria  constructora  de viviendas.
En las empresas, que otrora eran productivas, los trabajadores tenían sus buenos contratos colectivos, expresados en mejoras salariales, bonos de eficiencia, bonos de alimentación (aquí se les llama cesta ticket) seguros de hospitalización, cirugía y maternidad; pero al ser expropiadas o confiscadas por el gobierno “socialista”, dejan de ser productivas.  Los jerarcas del régimen, una vez instalados como Junta Directiva, comienzan a coaccionar,  perseguir, amedrentar y despedir a los trabajadores que se atreven a reclamar lo que por ley les pertenece.  
Los gobiernos como patrones, son malos;  pero, si a la vez se declaran revolucionarios y socialistas, son peores, ya que irrespetan de manera olímpica, las normas más elementales de derecho laboral, para ellos no existen gremios ni sindicatos. La dictadura comunista venezolana, le está cercenando a los trabajadores el  derecho  a agruparse en sindicatos obreros, tienen prohibido protestar o realizar huelgas, so pena de ser agredidos físicamente por los cancerberos del dictador, llámense guardias nacionales, policía, municipales o estadales . - ¿puede aceptarse esto en un  régimen socialista? – creo que la pregunta, además de necia,  es estúpida, pero aquí muchas personas lo aceptan como la cosa más natural del mundo.
Hasta hace poco, el gobierno lograba convencer a los obreros, apelando a los sentimientos nacionalistas,  y al discurso desgastado sobre el despojo que las grandes empresas hacen a los trabajadores; pero hoy día, ya la gente no se traga esos cuentos de caminos, y se están convenciendo que los peores patronos son aquellos impuestos por el gobierno, quienes se niegan a discutir mejoras salariales, estabilidad laboral, servicios de salud. En muchas de las empresas nacionalizadas, se han perdido estos beneficios, de ahí que, diferentes organizaciones gremiales y sindicales, (que aún sobreviven) se vienen movilizando en defensa de sus reivindicaciones, y dieciédole al teniente coronel  - ¡¡ya basta de expropiaciones, pues  lo que traen es escases y hambre!!
Dice una conseja popular que: “Cuando las barbas de tu vecino veas arder, pon las tuyas en remojo”  eso están haciendo los trabajadores venezolanos. Tienen la experiencia ajena de lo sucedido en la principal planta siderúrgica del país (SIDOR) pues  cuando el gobierno la nacionalizó, los empleados y obreros, aplaudían la medida, y daban vivas al gobernante; después de un tiempo, las cosas cambiaron, su calidad de vida se fue deteriorando, sus ganancias fueron reducidas, algunos fueron despedidos y ahora protestan ante la ineptitud e incapacidad de una gerencia oficialista, que en vez de aumentar la producción, la ha llevado a los  niveles más bajos en muchos años. Aquí se perdió el derecho a “pataleo” como se dice popularmente, ni los educadores escapan al maltrato oficialista cuando protestan por el pago de sus salarios, también reciben su ración de golpes y gases lacrimógenos  (la contratación colectiva de los maestros,  tiene varios años sin discutir)
Cuando la expropiación de la empresa española AGROISLEÑA, los empleados, obreros y campesinos que ahí laboran, a sabiendas de lo que pudiera pasar con sus puestos de trabajo, iniciaron una protesta, pues peligraba su estabilidad laboral, como en efecto ocurrió. Muchos fueron desalojados con violencia por la guardia nacional, otros despedidos de sus cargos, acusándolos de “guarimberos”  y “terroristas”. Cuando los trabajadores de la empresa filial IOSA, se declararon en huelga por el pago de sus pasivos laborales, un juez complaciente de un tribunal de primera instancia, negó la existencia de la huelga y falló en contra de los huelguistas, contraviniendo lo dispuesto en la Ley Orgánica del Trabajo
Pero este gobierno anti obrero,  es mañoso, tramposo, o como se quiera llamarlo, pues ha creado con un grupo de sinvergüenzas y mal vividores, una especie de sindicatos paralelos – el nuevo sindicalismo, le dicen – para enfrentar las justas protestas reivindicativas  de quienes reclaman sus derechos.
 Un caso patético ocurrió cuando la expropiación de la empresa OWEN – ILLINOIS. El sindicato de trabajadores de la planta, se encontraba ese día 4 de octubre, frente a las puertas de la industria, defendiendo sus puestos de trabajo, cuando vieron acercarse a un grupo de personas pertenecientes a un sindicato. Ellos pensaron que venían a apoyarlos; pero, se equivocaron, pues lo que hicieron al estar frente a ellos,  fue insultarlos, descalificarlos con el apelativo de “vende patria” y “vendido a los patronos”, se trataba desde luego, de un sindicato chavista, una pobre gente que, más temprano que tarde, también les va a ocurrir  lo mismo.
El control gubernamental sobre las industrias Agroisleña y Owen – Illinois, es una estrategia para echarle el guante a una de las empresas más grande que tiene Venezuela: Industrias POLAR, la cual aglutina un gran volumen de empleados y obreros,  quienes  gozan de un excelente contrato colectivo, algo  que jamás le podrá dar el Estado a sus trabajadores. Bien el caso se hace evidente: al controlar Agroisleña, le corta el suministro de los principales productos agrícolas que surten a la Polar, y como esta empresa necesita de envases de vidrio para la industria cervecera, mayonesa, refrescos, jugos y otros productos, se vería seriamente afectada con la confiscación de la Owen, principal productora de estos materiales.
En Venezuela, por el estado Bolívar, funciona una empresa iraní: VENIRAN TRACTOR,  fabricante de tractores y equipos agrícolas. Bueno,  el caso es que la directiva de esa industria, se hace de la vista gorda cuando se trata de mejorar las condiciones de vida de los trabajadores. No quiere nada con ellos. La intransigencia laboral del los iraníes y venezolanos encargados de la industria, quienes permanecen ciegos y sordos ante el clamor de los trabajadores por mejorar su salario, van a tener que enfrentar una huelga de hambre. Son 160 personas que se sienten burlados por la empresa binacional, que se niega a discutir contrato colectivo y viola las leyes laborales del país. Tenemos entendido que los iraníes maltratan y desprecian a sus mujeres; pero no sabíamos que lo hacían también  con los obreros
En una de las principales refinerías del país, conocida con el nombre de “EL PALITO” – propiedad del gobierno, por su puesto - sus trabajadores llevan 6 maños sin recibir aumento salarial. Firmaron un contrato colectivo en enero de 2010, pero la empresa lo desconoce y, pobre del que se atreva a protestar, pues es despedido  inmediatamente de forma ilegal y arbitraria, y cuando algún tribunal se compadece del obrero y ordena su reenganche, los directivos se niegan a cumplir con dicha orden. En otra empresa estatal PEQUIVEN, sin consultar a sus trabajadores, proceden a descontarle un día de salario, para financiar al partido de gobierno PUSV. Ya un trabajador fue despedido por atreverse a reclamar. Esto no es cuento, esta denuncia apareció en un diario regional
Las protestas callejeras,  continúan frente a los  distintos organismos del Estado, responsables de las expropiaciones y confiscaciones de las  empresas que daban trabajo a los venezolanos, con las cuales, los obreros podían hablar con sus dueños o directivos, llegar a acuerdos , firmar contratos colectivos y agruparse en sindicatos;  y hoy día,  en manos de burócratas oficialistas,  sin ninguna preparación técnica o  empresarial, - algunos no llegaron ni a bachiller – se están convirtiendo en verdaderos elefantes blancos, o van directo a la quiebra, lo que perjudica enormemente a la clase trabajadora.  Ya lo dijo el supremo gurú de la revolución: - “En un gobierno revolucionario y socialista, no hay sindicatos”.
Así vemos con asombro,  cómo un gobierno socialista se convierte en  enemigo de la clase obrera.

                                                    José Omar Tirado



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