PARTE II
La Constitución Nacional de la
República de Venezuela establece en uno de sus articulados lo siguiente:
“ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes” Algo similar debe aparecer en casi todas las
constituciones de los países democráticos; exceptuándose tal vez a Cuba, China,
Corea del Norte y algunas naciones islámicas, por razones obvias.
Lo que reza nuestra carta magna es
algo muy encomiable y digno de imitar; desgraciadamente, solo se queda en el
papel. Los encargados de velar por su cumplimiento, se hacen de la vista gorda
ante la violación constante por los organismos de seguridad del Estado y optan
por apelar a la frase hecha: “se acata,
pero no se cumple”. Esto ha venido ocurriendo en diferentes regímenes; pero
como derecho fundamental, ha sido
violado con mayor intensidad durante
este periodo comunista, castrista, chavista y madurista ante los ojos del
pueblo y del “Ministerio Público” – Un mamotreto que solo sirve para defender
al gobierno.
La brutal arremetida contra la población juvenil se inició a partir de las
protestas anti gubernamentales ocurridas en febrero de 2014, cuando el
movimiento estudiantil entró de nuevo en la escena política. La violencia
policial y militar no se hizo esperar con su siniestro aporte de muertos,
heridos, desaparecidos y torturados.
LA TORTURA FÍSICA.
Los verdugos de la Gestapo alemana,
la KGV rusa (madre de Putin), la Seguridad Nacional, los esbirros de la policía
de Pinochet, Videla, Stronner y demás angelitos, torturaban a sus enemigos para
sacarles información. En el caso de los agentes de la represión en Venezuela,
estos van mucho más allá: los cuerpos
policiales, la guardia nacional y algunos grupos paramilitares conocidos como
“colectivos”, utilizan distintos métodos de torturas con ensañamiento y
alevosía; pero no vayan a creer que es nada más para hacerles confesar
cualquier cosa: No, muchas veces lo
hacen por placer y las ejecutan con verdadero sadismo.
En una de esas tantas protestas
estudiantiles contra el gobierno de Nicolás Maduro, los cuerpos represivos no
se hicieron esperar y atacaron con violencia a los manifestantes. Durante estos
actos resultó apresado el joven Juan Manuel Carmona, cuando salía de realizar
sus prácticas marciales en una institución cercana al sitio de los
acontecimientos. Según su declaración ante los periodistas y miembros de la
Human Rights Watch que lo entrevistaban,
dijo haber sufrido una serie de
calamidades: una vez que lo detuvieron, lo desnudaron, lo obligaron a ponerse
en cuclillas y después le metieron el cañón del fusil por el ano; perdió por
tres veces el conocimiento.
Algo similar ocurrió con el joven Jorge Luis León cundo participaba en una
marcha estudiantil en la ciudad de Valencia – por cierto, al gobernador de esa
localidad le apodan “el carnicero” -
y fuera detenido por efectivos
militares: después de haber sido separado de sus compañeros de infortunio, le
cayeron a patadas y le
golpearon la cabeza con la cacha del revolver hasta dejarlo sin sentido. Según cuenta
Jorge, un oficial le había dicho antes: “Tranquilo, que te vamos a matar. Esto
es rapidito. Ustedes no son nada” y
continuaron con la golpiza. “Yo me hice
el muerto para que me llevaran a la morgue” continuaba su relato “Pero para
comprobar que no lo estaba, me pincharon
el ano con una bayoneta; al moverme, continuaron las patadas” Así permanecieron
en ese infierno durante 60 horas antes de ser llevados a un Juez.
Un año después de haber ocurrido
estos hechos, fueron encontrados los cuerpos de dos estudiantes merideños de la
Universidad de los Andes (ULA) Se trataba de los jóvenes José Frías Pinto y
Julio García Adonis quienes aparecieron en el estado Zulia, asesinados dentro de un automóvil; ambos mostraban
múltiples impactos de bala en sus cabezas y con marcadas señales en todo el
cuerpo, lo cual dejaba en evidencia que habían sido brutalmente
torturados.
Poco tiempo después ante el clamor
de la población por los abusos de poder y la violación constante de los
Derechos Ciudadanos, se instaló en Caracas una Comisión de Defensores de los
Derechos Humanos, quienes, luego de haber oído el testimonio de las victimas, y
observado el maltrato a que eran sometidos durante las protestas, elaboraron un
informe cocido como “Castigados por
protestar”. Ahí relataron con lujos de detalles los tipos de
torturas a que eran sometidos los detenidos: descargas eléctricas, quemadas en
la piel con cigarrillos, golpes en la cabeza con los cascos y escudos
utilizados por la policía y la guardia durante las manifestaciones, obligados a
permanecer por horas arrodillados o en cuclillas en el suelo y un rosario más
de maltratos y vejaciones.
LA TORTURA SICOLÓGICA.
Después de los sangrientos sucesos
del 12 de febrero de 2014, buscaron refugio en la vecina República de Colombia los estudiantes Gerardo
Carrero y Lorent Saleth; este último,
destacado líder estudiantil y dirigente del movimiento “Operación Libertad”
quien una vez, recibiera una brutal paliza por agentes represivos del gobierno.
Se encontraban en ese país hermano e
iban a participar en una serie de foros y conferencias sobre libertad y
democracia. Alguien le fue con el chismorreo al Presidente Santos y este, ni
corto ni perezoso, se los envió a Maduro. El ex Presidente Uribe comentó el
caso en su cuenta de twitter en los siguientes términos: “Santos entrega
estudiantes al Maduro que protege terroristas”. Colombia siempre ha sido una
nación hermana que ha acogido en su seno a perseguidos políticos de la talla de
un Rómulo Betancourt o un Carlos Andrés Pérez, por citar solamente dos, los cuales fueron perseguidos por la dictadura de Marcos Pérez
Jiménez.
Saleth y Carrero fueron detenidos por agentes del gobierno
venezolano, para luego ser sepultados
junto a otros estudiantes en unas
mazmorras ubicadas en los sótanos de la policía política, donde los han
mantenido en condiciones infrahumanas: no han vuelto a ver la luz solar, sino
unas bombillas o lámparas que se mantienen encendidas durante todo el tiempo,
para que no sepan si es de día o de noche. Saben cuándo es de noche porque
dejan de oír el ruido que hacen los
vagones del metro de Caracas, cuando se desplazan por los túneles que se encuentran por encima de los calabozos. Esto comienza a
ocurrir después de las 11 de la noche.
Solamente disponen de un baño para 5
celdas, situados a lo largo de un angosto pasillo, donde hay cámaras de
televisión en cada extremo, para mantenerlos constantemente vigilados; cada vez
que necesitan usar el inodoro, tienen que pedirlo a gritos. Los mantienen
aislados para que no puedan comunicarse con sus compañeros. Comen en el piso
del calabozo. No le permiten visitas de familiares o abogados. La profundidad que tiene este sitio ha dado lugar a que le
hayan bautizado con el nombre de “La Tumba”.
Más de un año llevan presos,
sufriendo insultos y vejaciones de todo tipo, los jóvenes Alexander Tirado y
Raúl Emilio Baduel; este último, hijo
del general Raúl Baduel, quien, en un momento de la historia, fuera
a rescatar a Hugo Chávez a raíz de
los sucesos de 1992 cundo fue despojado del poder y lo tenían en la isla de La Orchila, listo
para mandarlo a Cuba; bien, todos conocemos que el general fue dar con sus huesos a la cárcel por orden
directa del propio Chávez.
El absurdo argumento que utiliza el
gobierno para mantener preso a los estudiantes, es el de acusarlos de
instigadores al terrorismo, daño a la propiedad pública y privada, incitación
al odio, asociación para delinquir y otro conjunto de pendejadas más.
Aquí en Venezuela existe una figura
folklórica conocida como el “Defensor del Pueblo”. Defensor del gobierno dicen
algunos, ya que su actuación es prácticamente nula. No defiende a las personas
que disienten del régimen. En estos días un periodista le hizo una entrevista, y al preguntarle
sobre la tortura a que eran sometidos los presos, se salió por la tangente,
negando que esto sucediera en los tétricos calabozos de la policía, y comenzó a
hablar de las torturas en Guantánamo, y en los campamentos militares que tienen
los norteamericanos en ultramar; pero ni de vaina habló sobre las torturas en
los países comunistas, como el caso de
Corea del Norte, por citar alguno.
Mientras tanto, el vicepresidente
ejecutivo en entrevista a la prensa internacional, declaró que en Venezuela no
existe la tortura. Los chulos de la UNASUR que nos visitaron, también se hicieron de la vista gorda.
José Omar Tirado
Http://
cronicadeloabsurdo.blogspot.com
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