miércoles, 5 de julio de 2017

CUANDO LO ABSURDO SE HACE COTIDIANO



En cualquier diccionario que se consulte sobre el concepto de “absurdo”, nos aparece casi siempre la misma definición: son actos o acontecimientos que se oponen a la razón,  al buen juicio; algo contrario a la lógica del  entendimiento. Estos hechos sin sentido pueden ser potestativos en la conducta individual y colectiva, los cuales también pueden hacerse presente en algunos pueblos donde lo absurdo forma parte de la vida cotidiana, y todo aquello de carácter político, económico o social carece de sentido,  y así las cosas van sin son ni ton.

En la mayoría de las ciudades y pueblos que conforman   una nación llamada Venezuela, se puede observar diariamente como una inmensa mayoría de sus habitantes deambulan por las calles, tristes,  hambrientos y enfermos, algunos por carecer de dinero para comprar alimentos o medicinas;  otros, con mayores recursos económicos, quienes tampoco pueden conseguir nada debido a la escasez de productos alimenticios y medicinales. Esto ocurre en un país donde el hambre y la miseria se hunden en un mar de petróleo; pero el gobierno, ante la crisis alimentaria que agobia al pueblo,  sólo se le ocurre crear un ente burocrático llamado “Ministerio del Poder Popular para la Alimentación”

La situación económica política y social es de tal gravedad, que se refleja en las caras acongojadas de sus habitantes; es un pueblo sufrido y triste.  En esto también  va a intervenir el gobierno, y con su sapiencia revolucionaria se le ocurre la brillante idea de  implementar una ley para remediar la situación, es decir, acabar con la tristeza mediante decretos, y crea otro mamotreto conocido como el “Ministerio del Poder Popular  para la Suprema Felicidad”. ¡Qué cosa más ridícula!  Lo único que le falta es obligar a la gente a cargar sobre su cara la imagen de “la carita feliz” y ¡asunto arreglado!

En este país, como en cualquier otro, existen  cuerpos armados que tienen como función proteger al pueblo y la nación. En casi todos ellos llevan el mismo nombre: Guardia  o Policía Nacional. Pero en esta República donde lo absurdo se hace cotidiano, cuándo uno de estos hombres de armas y uniformes, que se supone deben dar protección a todos, agrede con alevosía   a cualquier miembro importante del partido que hace oposición al gobierno, recibe una condecoración de parte del Presidente, y si lo medio mata (o lo mata) entonces es ascendido al grado o rango inmediato superior, es decir, de sargento pasa a teniente, de teniente a capitán y así sucesivamente.

Cualquiera, en su sano juicio, pensaría que un “Ministerio  para la Justicia y Paz del pueblo”, es un organismo del Estado para brindar protección legal y paz a la ciudadanía. Craso error en esta nación: al momento de salir a la calle cualquier manifestación de estudiantes, obreros o amas de casa, son reprimidas salvajemente por guardias y policías echando plomo y bombas lacrimógenas; y la última novedad, como los envases donde vienen los gases, son de metal, se los arrojan, con una especie de bazooka, directamente al pecho o a la cabeza de los manifestantes, produciéndoles la muerte.

El ensañamiento de guardias nacionales y policías cuando atacan a los estudiantes que protestan en contra de la dictadura imperante,  es tan aberrante que hace recordar las prácticas genocidas de los fascistas de la Gestapo en tiempos de Hitler. Para muestra, un botón: en una de las últimas manifestaciones estudiantiles, los esbirros uniformados del gobierno sometieron a una treintena de jóvenes, los esposaron e  introdujeron en un camión habilitado para el transporte de carne, sin ventilación alguna, y una vez adentro, lanzaron una bomba lacrimógena. Estas grotescas imágenes no fueron trasmitidas por las estaciones de televisión nacionales- las cuales se autocensuran por miedo -  solo se vieron a través de los  canales internacionales. La dictadura prohibió a las compañías de  televisión satelital o por cable, el funcionamiento de varias estaciones de TV del exterior.

El gobierno, además de la policía y la guardia nacional, denominadas pomposamente “Bolivarianas” calificativo que les queda demasiado grande, también utilizan una serie de delincuentes civiles,  apertrechados con armas de alto calibre,  conocidos como “colectivos” los cuales intervienen en todas las protestas actuando de una manera sangrienta; pero no contentos con masacrar a los manifestantes en las calles, trasladan su escenario de horror a las diferentes urbanizaciones y barriadas, dónde se encuentre algún foco de protestas. No les importa la vida ni bienes muebles de la ciudadanía, entran con sus tanquetas a las casas y edificios destruyendo paredes, rejas y todo lo que se les atraviese.

Los esbirros al servicio del régimen han calificado las barricadas que hacen los manifestantes,  para trancar las vías y con ello evitar el paso de las fuerzas represivas, como “guarimbas”; pero también ellos hacen lo mismo:  impiden el acceso vial, colocando tanquetas atravesadas en las esquinas y boca calles, o camiones adaptados con grandes puertas que limitan el paso a los marchistas cuando desean dirigirse a alguna institución gubernamental, para entregar un oficio o hablar con algún funcionario, coartando así la libertad de tránsito, prevista en la Constitución Nacional vigente. Esto ha dado píe para que la Fiscalía General de la República, haya roto sus vínculos con el gobierno dictatorial, y ha citado a los militares en función de comandos, como primeros responsables de esta masacre,  a prestar declaraciones ante este organismo.

 Los  genocidas encargados de dirigir estas huestes salvajes parecen desconocer (así serán de brutos) que sus acciones criminales son condenadas por organismos internacionales y  tarde o temprano serán aprehendidos y juzgados por haber cometido crímenes de lesa  humanidad, delitos que no prescriben ni en tiempo y/o espacio, y ahí tenemos claros ejemplos de genocidas que cometieron atrocidades en contra de la población en países del cono sur, durante las dictaduras, pero  a pesar de los años transcurridos, han sido atrapados y condenados por sus respectivos gobiernos, y otros en el Tribunal, Penal Internacional de La Haya.

En un Estado medianamente civilizado, donde las instituciones del gobierno funcionen de manera más o menos normales, las cárceles, retenes judiciales y otros organismos penitenciarios, se encuentran adscritos a un Ministerio de Justicia o a uno de Relaciones Interiores;  bien, en el país que estamos describiendo, para satisfacer el ego personal de una dirigente del partido de gobierno, se creó para la población penal el “Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario”; donde los presos de más alta peligrosidad, autodenominados “pranes” son quienes dirigen las cárceles y penales en todo el territorio nacional.  Desde esos lugares paradisiacos,  planifican, robos, secuestros y asesinatos bajo la mirada cómplice de los funcionarios gubernamentales; algunos de ellos salen  los fines de semana a darse su bañito en las playas del litoral.

Por otro lado, la justicia cojea de las dos patas, abrogándose un poder que no le compete. Los jueces del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), presidido por un ex - presidiario, tuvieron las santas bolas de desconocer la Asamblea Nacional (AN), el segundo poder del Estado, elegido por votación universal, directa y secreta, El estado de sumisión y postración del TSJ ante el Poder Ejecutivo, llegó a la bajeza de declarar “improcedentes” los actos de la AN, y conferirle al Presidente de la República, mediante Decreto,  las facultades de legislar; es decir, ambos poderes en un mismo individuo. Esto desencadenó la ira popular, considerando la actuación de este ente judicial,  como un golpe de estado a la constitucionalidad. A partir de ahí comenzaron las protestas y manifestaciones rechazando la dictadura. La presión interna y externa fue de tal magnitud, que los jueces del Tribunal tuvieron que recular y derogar los Decretos que habían dictaminado. ¡Una vaina de locos, pues!

Ahora, al dictador le ha dado por invitar a sus aliados y jala mecates,  a formar  una nueva Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución Nacional, lo cual ha tenido un serio rechazo en la mayoría de los ciudadanos, por no contar con la participación de todo el pueblo venezolano: Una Asamblea que tiene como finalidad elaborar una Carta Magna a la medida de las apetencias del tirano en su afán de perpetuarse eternamente en el poder.  Esta aberración seudo jurídica,  ha originado una lucha en las calles que ya va - hasta la fecha de hoy - por los noventa días ininterrumpidos, con su secuela de muertos, heridos, detenidos y desaparecidos; pero los manifestantes no se han amilanado y luchan con lo que tienen: piedras y botellas contra fusiles y bombas. A todas estas,  el sátrapa enquistado en el poder sigue en su onda represiva, amenazando a lo Jalisco, que si no gana arrebata,  pues de no lograr su cometido por los votos, lo hará mediante las armas; es decir, seguirá asesinando al pueblo.

En lo que va de año  ha venido ocurriendo en casi todo el mundo, una serie de atentados perpetrados por terroristas islámicos, los cuales han dejado un considerable número de víctimas, estos actos criminales  han sido censurados y repudiados por el Papa Francisco; pero en el caso de las violentas muertes de venezolanos – hasta el momento van 92 -  ocasionadas por los cuerpos represivos de la tiranía, no había dicho ni pio, solamente  pidió a los miembros de la oposición que “dialoguen” con el tirano, y tuvo el santo tupé de enviar un emisario para que intercediera entre ambos bandos.

Son muchas las personas al rededor del planeta que tienen la leve sospecha de que el Papa es comunista, y por las redes sociales circulan las imágenes fotográficas cuando aparece, con rostro sonriente, junto a los hermanitos Castro de Cuba (uno ya peló gajo),  el Evo de Bolivia, el Ortega de Nicaragua o el Maduro de Venezuela; en cambio, pone cara de perrito regañado cuando tiene que hacerlo con Trump de USA,  Macrí de Argentina o  Kusinsky del Perú. Los Cardenales y Obispos venezolanos tuvieron que acudir a la Ciudad del Vaticano, para hacer del conocimiento de su Santidad, sobre los  verdaderos problemas por los cuales está atravesando el triste y sufrido pueblo de Venezuela.

José Omar Tirado.
Caracas, 5 de Julio de 2017

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